El Cabo de Gata se sitúa en el extremo más suroriental de la Península Ibérica, sobre los territorios de Almería, Níjar y Carboneras, extendiéndose desde la Bahía de Almería por el sur, hasta la Sierra de Cabrera por el norte, y encontrándose sus límites occidentales entre la Sierra de Gata y la Serrata de Níjar.
La Sierra de Cabo de Gata es una zona emergida de una enorme cadena volcánica que discurre entre España y el Norte de África y que en la actualidad aparece sumergida casi en su totalidad, aflorando únicamente en el Cabo de Gata y en la isla de Alborán. La erosión sobre sus lavas y cenizas ha ido modelando estos sorprendentes paisajes durante millones de años.
El Cabo de Gata fue conocido por los navegantes fenicios como Promontorio Charidemo.
Después, los griegos construyeron un templo dedicado a Afrodita en el que se tenían encendidos fuegos perpetuos, conociéndose posteriormente por los romanos como Promontorio de Venus. Finalmente, en la Edad Media tomó el nombre de Cabo de Ágatas, del que deriva su actual nombre.
Los romanos tuvieron algunos asentamientos en la zona, dedicados principalmente a la pesca de atún en almadrabas y a los salazones, así como a la extracción de minerales. En la zona de Carboneras se realizaron explotaciones dedicadas a la fabricación de carbón, que le dieron su nombre al pueblo.
Posteriormente, los musulmanes se establecieron en pequeñas aldeas en las zonas más fértiles, sobre todo del interior, dedicándose principalmente a la agricultura. El litoral permaneció poco poblado por causa de la piratería.
Tras la conquista de Almería por parte de los Reyes Católicos el litoral se terminó de despoblar. Los continuos ataques de piratas berberiscos hizo que las costas fueran demasiado inseguras como para realizar asentamientos en ellas. Poco a poco se fueron restaurando antiguas torres vigías y construyendo castillos defensivos, lo que provocó que se realizaran pequeños asentamientos a su alrededor. Los castillos de San Francisco de Paula (actual Faro de Cabo de Gata), Fuerte de San José (actual cuartel de la guardia civil de San José), Torre de los Alumbres de Rodalquilar, San Pedro y San Andrés de la Carbonera, entre otros, lograron crear poblaciones de diferentes tamaños a su alrededor.
Algunas de estas poblaciones fueron creciendo hasta convertirse en los pueblos actuales, como Carboneras y San José, mientras que otras fueron simplemente abandonadas, como el caso de San Pedro.
En el año 1863 se inauguraron el Faro de Cabo de Gata, situado en la Punta del Cuchillo y construido sobre las ruinas del Castillo de San Francisco de Paula, y el Faro de Mesa Roldán, situado en el extremo norte, sobre la meseta caliza de más de 200 metros que le da nombre.
A principios del siglo XX, los campos del Cabo de Gata fueron un enorme latifundio con plantaciones de trigo y cebada, lo que explica la gran cantidad de molinos harineros que se pueden encontrar por todo el Parque Natural.
Posteriormente, el cultivo de cereales fue cambiado por el cultivo de otras plantas menos exigentes en agua, como el esparto o la pita.
Durante el primer cuarto del siglo XX se construyó en Rodalquilar un pueblo minero, y se estuvo extrayendo oro de sus minas hasta el año 1966.
Gracias a la falta de carreteras y comunicaciones, el Cabo de Gata se salvó del desarrollo alocado de las décadas de los sesenta y setenta que saturó de edificaciones todas las costas españolas, conservándose casi intacto su paisaje sub-desértico.
En el año 1987 fue declarado Parque Natural, incluyendo 375 kilómetros cuadrados de espacio terrestre y 120 kilómetros cuadrados de zona marítima, a lo largo de los más de 50 kilómetros de costa que posee.