La historia de Dalías se remonta a la noche de los tiempos al ser un territorio milenario con hallazgos prehistóricos y romanos, aunque la mayoría de los restos que se conservan en el municipio pertenecen al período islámico, cuando ya existía la actual ubicación, siendo El Cerroncillo y El Cerrón los primeros núcleos habitados, donde se han encontrado piezas de la Edad de Bronce.
Durante los siglos posteriores, la localidad fue conocida como alquería en el siglo VIII, contó con una fortaleza en el siglo X y con una mezquita en el siglo XIII, período en el que su economía se basó en la producción de seda, el ganado y el mercadeo de plantas aromáticas.
La rebelión de los moriscos a mitad del siglo XVI, en 1568, deja el pueblo destrozado y sin habitantes, por lo que es ocupado por viejos cristianos atraídos por la bondad de su clima y la riqueza de su suelo, conocida desde los fenicios hasta los musulmanes para el pastoreo y la recolección de recursos naturales, con una gran explotación minera en el siglo XIX, en concreto de la galena argentífera, con un total de 23 fundiciones censadas.
La economía de la zona se vio reciclada entonces por las aguas subterráneas de la sierra, que tras el declive minero y la consecuente deforestación de la sierra, permitieron explotar una actividad agrícola dedicada a la producción de uva de mesa en huertos y parrales, evolucionando con el paso de las décadas a los cultivos bajo plástico actuales.
El urbanismo actual de la ciudad es un fiel reflejo de su procedencia medieval, con casas encaladas con huerto, estrechas calles y trazados irregulares, siendo el camino de Berja y Almería el eje principal a raíz del cual se fueron produciendo nuevos asentamientos en su entorno.