Huércal-Overa se caracteriza por sus tierras fértiles que permiten una alta producción agrícola y ganadera, además de una Semana Santa que es reconocida en todo el mundo por la majestuosidad de sus representaciones.
Huércal-Overa jugó un papel clave durante la Segunda Guerra Púnica (218-201 a. C.) dada su cercanía a Cartago Nova y Baria. En este enfrentamiento, cartaginenses y romanos lucharon por el control del Mar Mediterráneo y de la Península Ibérica.
Fueron los romanos quienes se alzaron con el triunfo, y la zona donde se sitúa Huércal-Overa empezó a depender de la Provincia Tarraconense, que llegaba hasta el río Almanzora, y que pasó a ser frontera de los pueblos bizantinos, visigodos, musulmanes y cristianos.
El territorio se fue fortaleciendo y creando una importante sociedad. De esta época quedan monumentos históricos como la fortaleza de Huércal la Vieja, la casa-fuerte de Overa y el castillo de Huércal.
En el año 1488, Huércal y Overa quedaron unidas bajo la jurisdicción de Lorca. Los campos de Huércal destacaban por su riqueza en agricultura y ganadería, lo cual produjo en el año 1511 un conflicto entre Lorca y Vera (a quien pertenecían anteriormente) que se extendió durante muchos años.
La zona siguió viviendo momentos bélicos, como la Rebelión de las Alpujarras (1568) y que tuvo como consecuencia que Huércal y Overa quedaran totalmente despobladas. Después de la expulsión de los moriscos, en el año 1572, las tierras del valle fueron progresivamente repobladas por cristianos. Este periodo de paz se tradujo en un crecimiento de la población, así como en un gran desarrollo comercial y agrícola.
La anhelada emancipación llegó el 3 de marzo de 1668. Huércal-Overa, como comenzaron a denominarse formalmente, se separaron de Lorca y pasaron a ser una villa con su propia jurisdicción civil.
Las tierras fértiles comenzaron a producir y a favorecer el desarrollo de la región. Este periodo rindió importantes frutos, como la Iglesia Parroquial de Nuestra Señora de la Asunción (1709-1739), un edificio barroco con esculturas destacadas, que fue pagada por los propios huercalenses. Pero no todo fue prosperidad, la naturaleza también puso sus propias trabas en el desarrollo de Huércal-Overa. De todas las inclemencias meteorológicas, dos hechos fueron realmente lamentables: el terremoto de 1863 y la inundación de 1879, culpables de la pérdida de vidas y de hectáreas de cosechas.
La Guerra de la Independencia en el siglo XIX afectó con fuerza a Huércal-Overa ya que esta sirvió de cuartel general del general Joaquín Blake y en su suelo ocurrieron grandes batallas contra las tropas francesas.
A pesar de las profundas heridas de guerra, los habitantes supieron levantarse con gallardía para construir un pueblo notable en la región, que volvió a destacar por su agricultura y ganadería.
La prosperidad económica obtenida de las cosechas, la explotación minera y la construcción de importantes carreteras hicieron que la villa creciera en población y recursos, hasta el punto de convertirse en la sede provincial de la Audiencia de lo Criminal (1884), que llevó a la construcción del actual Ayuntamiento. Quedan de esta época el Casino Principal, la Cooperativa Cultural y Círculo Instructor Obrero, así como diversos periódicos tales como El Horizonte, La Voz del Ateneo y El Almanzora, entre otras obras de gran importancia. También se consolidaron las procesiones de Semana Santa, que desde entonces identifican a Huércal-Overa en todo el país. La majestuosidad de sus procesiones hizo que el Gobierno Español la declarara de Interés Turístico Nacional en el año 1983.
El emprendimiento característico de los huercalenses no permitió que las consecuencias de la Guerra Civil destrozaran el pueblo. Efectivamente hubo una recesión económica y muchos emigraron; sin embargo, no dejaron de trabajar apoyados por el Estado con la construcción de los sistemas de riego del Saltador.
La llegada de la democracia permitió el mejoramiento de las técnicas de producción y de las instalaciones de interés social para conseguir un mayor progreso de Huércal-Overa. En la actualidad, sus habitantes siguen dando lo mejor de si mismos para que el pueblo esté a la vanguardia mundial.