La ermita de San Sebastián se eleva sobre el Monte de Cristo en honor al patrón protector de la peste. Se tiene constancia de su reedificación en 1680 tras el cese de esta epidemia un año antes. Además, en el subsuelo del entorno que alberga el edificio religioso se hallan piletas de salazón de la época romana, que desde enero de 2018 han quedado descubiertas para ponerlas en valor.
La cabecera de la ermita fue ampliada en el siglo XVIII, período en el que también se construyó una nave y fueron colocadas en la portada numerosas lápidas romanas, auténticas y falsas, junto con huellas grabadas de la muralla de la ciudad, las cuales se atribuyeron en 1794 al apóstol Santiago y a las que acompaña una inscripción latina.
Es un pequeño edificio de planta de cruz latina con una portada a los pies de ladrillo. Tiene una estructura formada por dos cuerpos adintelados que enmarcan los arcos de trazado mixtilíneo, un conjunto rematado completamente con una espadaña. Dentro se encuentran las imágenes de San Nicolás de Tolentino y la Virgen del Mar, patronos de la ciudad de Adra. Asimismo, hay restos romanos de las factorías de salazones, los cuales pertenecen al siglo I antes de Cristo. Igualmente se observaron numerosas lápidas de índole funerario con inscripciones latinas.
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